viernes, 25 de junio de 2010

NOSOTROS: Eduardo Galeano, el fútbol y Maradona

Ningún futbolista consagrado había denunciado sin pelos en la lengua a los amos del negocio del fútbol. Fue el deportista más famoso y más popular de todos los tiempos quien rompió lanzas en defensa de los jugadores que no eran famosos ni populares.Este ídolo generoso y solidario había sido capaz de cometer, en apenas cinco minutos, los dos goles más contradictorios de toda la historia del fútbol. Sus devotos lo veneraban por los dos: no sólo era digno de admiración el gol del artista, bordado por las diabluras de sus piernas, sino también, y quizá más, el gol del ladrón, que su mano robó. Diego Armando Maradona fue adorado no sólo por sus prodigiosos malabarismos sino también porque era un dios sucio, pecador, el más humano de los dioses. Cualquiera podía reconocer en él una síntesis ambulante de las debilidades humanas, o al menos masculinas: mujeriego, tragón, borrachín, tramposo, mentiroso, fanfarrón, irresponsable.Pero los dioses no se jubilan, por humanos que sean.Él nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía. La fama, que lo había salvado de la miseria, lo hizo prisionero.Maradona fue condenado a creerse Maradona y obligado a ser la estrella de cada fiesta, el bebé de cada bautismo, el muerto de cada velorio.Más devastadora que la cocaína es la exitoína. Los análisis, de orina o de sangre, no delatan esta droga.
Galeano Eduardo 2008. Espejos. Una historia casi universal.



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domingo, 6 de junio de 2010

NOSOTROS: Diego Peretti

–¿Qué recuerda de su militancia en el Partido Intransigente?

–Lo que el PI planteaba era unir el radicalismo de Yrigoyen y Alem con el llamado peronismo del pueblo, el que tiene potencial transformador. Queríamos lograr una síntesis histórica de eso, con un cariz revolucionario. Los colores del PI son los colores del sandinismo. Yo participaba en la juventud universitaria intransigente, en la Facultad de Medicina. Tenía mucho contacto con las otras fuerzas políticas, aprendí a escuchar a la gente y a lograr consensos. Era una etapa de bastante efervescencia pero también de demasiada adolescencia. Oscar Alende cobijaba en el PI a varios cuadros militantes montoneros y del ERP, eran personajes míticos. Tengo fotos con él. Iba a los actos en Plaza Once. Actualmente, el espacio político que ocupaba el PI lo ocupa Pino Solanas, aunque él es más gorila.


–¿Cómo evalúa los festejos del Bicentenario?

Si el actual fuera un gobierno cipayo, no hubiera habido ese tipo de manifestación masiva. Eso no quiere decir que la gente esté a favor del Gobierno, pero creo que le concede que tiene un proyecto que retóricamente habla de lo nacional. Eso es respetable. El discurso baja contenido y no cesa. No tengo el termómetro para decir si hay o no un cambio estructural verdadero, pero ya es algo. Un presidente que quiera tener relaciones carnales con Bush y que lo diga es distinto a alguien que tiene a Estela de Carlotto al lado. Hay que pedir que la retórica implique cambios. Hay quienes dicen que lo de los derechos humanos lo hacen para ganar votos. Seguramente José Mujica es más genuino en lo que dice del pasado que Néstor y Cristina. Sin embargo, no sé si es conveniencia política, pero sirve. Ahora, cuando les critican las formas y los comparan con Mussolini, me causa gracia. Es cierto que son verticalistas, ¡si son peronistas! Pero hay cosas que están bien hechas y hay que decirlas.